Estrategias para manejar los conflictos
Abordar un conflicto es como entrar a navegar en un lago helado.
Algunas personas prefieren primero probar el agua, sumergir sólo el
pie y penetrar lentamente. Quieren acostumbrarse al frío de modo
gradual. Sin embargo otros, prefieren sumergirse tomando carrera y dando
un salto, para que el choque con el frío quede atrás rápidamente. Así
es como distintas personas utilizan diferentes estrategias para
enfrentar los conflictos. Estas estrategias las aprendemos de niños y
luego funcionan automáticamente. Todos tenemos una estrategia personal
que hemos aprendido y que podemos cambiarla o reformarla al conocer
nuevos métodos más eficaces para manejar los conflictos.
En cualquier conflicto debemos considerar dos preocupaciones:
- Alcanzar una meta (la preocupación por uno mismo)
- Mantener una relación apropiada con la otra persona (la preocupación por los otros)
El modo en que abordamos un conflicto depende de la importancia que
tenga para nosotros la meta y la relación con la otra persona. Una forma
de elegir la estrategia puede ser ubicar por separado las dos
preocupaciones en una escala que vaya desde lo ?no importante? hasta lo
?sumamente importante?; y determinar así cuál es la estrategia que mejor
se adecua a la situación. Sobre esta base es posible definir cinco
estrategias.
Negociaciones para la resolución del problema
Cuando tanto la meta como la relación son sumamente importantes,
iniciamos negociaciones para resolver el problema. Buscamos soluciones
tales que ambas partes alcancemos nuestras metas respectivas y
resolvamos todas las tensiones y los sentimientos negativos. Sin
abandonar nuestros intereses, tratamos de encontrar un modo de
conciliarlos con los de la otra persona.
Suavizar
Cuando la meta no es importante, pero lo es en grado sumo la
relación, renunciamos al objetivo para reservarle a la relación la más
alta calidad posible. Es importante el buen humor y las disculpas si son
necesarias.
La actitud de fuerza, o del tipo ?yo gano-tu pierdes?
Cuando la meta es sumamente importante y la relación no, tratamos de
alcanzar nuestro objetivo forzando o persuandiendo a la otra parte para
que ceda. Competimos para ganar en una relación del tipo gano-pierdes.
Por ejemplo al comprar un auto usado queremos pagar lo menos posible y
no nos importa como se siente el vendedor. En una competencia de
natación tratamos de llegar primero sin pensar en como se sienten los
otros nadadores. Las tácticas para persuadir son desplegar argumentos
convincentes, establecer un plazo, afirmarse en una posición, o formular
exigencias que exceden lo aceptable.
Transigencia recíproca
Cuando tanto la meta como la relación son moderadamente importantes, y
ninguna de las partes parece obtener lo que quiere, tal vez haya que
renunciar a una parte del objetivo y asimismo sacrificar parte de la
relación para llegar a un acuerdo. Esto puede suponer llegar a un
acuerdo y conformarse con la mitad de la meta, pero sin dañar la
relación. Generalmente se elige esta estrategia cuando los disputantes
querrían negociar pero no cuenta con el tiempo para hacerlo.
Repliegue
Cuando la meta no es importante y uno no necesita mantener una
relación con la otra persona, tal vez desee renunciar a ambas cosas y de
tal modo se sustraiga a la persona y al problema. En muchas ocasiones
es preferible replegarnos de un conflicto hasta que uno mismo y la otra
persona nos hayamos calmado y podamos controlar nuestras emociones.
Eficacia
Para elegir una estrategia debemos creer que dará resultado. Cada estrategia es preferible en determinadas condiciones, a saber:
- La negociación para resolver el problema: hay una buena relación entre nosotros y la otra persona, hay más posibilidades de encontrar alternativas que nos permitan alcanzar nuestros objetivos, y cada uno de nosotros confía en el otro y en sus propias capacidades.
- La suavización: los intereses de la otra persona parecen más importantes que los nuestros y disponemos de poco tiempo.
- La actitud de fuerza del tipo ?gano-pierdes?: la relación es temporaria y sólo nos interesa conseguir nuestra meta.
- La transigencia: el compromiso de ambas partes con sus respectivos intereses está decreciendo, y aumenta la presión del tiempo. En poco tiempo necesitan llegar a un acuerdo y cuentan con poco tiempo.
- El repliegue: pensamos que la relación está terminando, y que la otra persona parece irracional e incapaz de resolver el problema.
Conclusiones
Ante un conflicto debemos analizar nuestra meta y quien es la otra persona.
Si nuestra meta es sumamente importante y también la relación,
debemos intentar llegar a una negociación, si no contamos con el tiempo
suficiente transigir, o suavizar. Si la otra persona está nerviosa
conviene un repliegue, para dejar el problema pendiente de resolver.
Sólo en una relación de competencia o de compra-venta puedo utilizar
la estrategia “tu ganas-tu pierdes”, nunca debo utilizarla con personas
que tengo una relación buena y estable.
Eligiendo como enfrentar los conflictos, podemos desarrollar un plan
de acción primero mental y luego en concreto, que nos permita abordarlos
con éxito.
Recuerden que la violencia verbal o física nunca será una estrategia
para resolver problemas, sólo es una forma arrebatada, impulsiva y poco
racional de afrontar las diferencias.
Lic. M. Elízabeth González Montaner.
Tomado de: http://www.psicoactiva.com/blog/estrategias-para-manejar-los-conflictos/
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